La Virgen del Carmen es una de las advocaciones más queridas por los colombianos y su culto representa una fuerte devoción en todas las regiones del país. Su origen se remonta hace casi mil años, cuando unos hombres llenos del amor de Dios y del espíritu de penitencia se reúnen a vivir en el Monte Carmelo al norte de Israel. A diferencia de otras comunidades religiosas, ésta no posee un fundador preciso para imitar su espíritu fundacional, es decir, vivir como su fundador les enseñó, sino que quisieron vivir con un fuerte amor a la Santísima Virgen María a quien la consideraron su “Señora” y ellos sus “vasallos”; más adelante su fuerte devoción e imitación les hizo proclamarla como “Madre”.
El culmen de la devoción y la consecuente expansión de culto a La Virgen del Carmen se efectuó cuando ella misma se presentó a San Simón Stock en el año 1251 y a partir de ésta aparición se extiende también la devoción al escapulario, volviéndose poco a poco reconocida la comunidad Carmelita en el mundo y con ella el amor a la Santísima Virgen. Ella es conocida como reina del purgatorio precisamente porque da una promesa a San Simón: “Quienquiera que muera portándolo (el escapulario), no sufrirá el fuego eterno. Es la muestra de la salvación, una salvaguardia en peligros, un compromiso de paz y de concordia”.
Los carmelitas somos así una comunidad vestida con el mismo hábito de María Santísima y así nos hacemos herederos de una promesa proveniente de lo alto del cielo, de las entrañas maternales de la Bienaventurada.
Pero dicha promesa no debe ser tomada como un amuleto. La verdadera efectividad de la promesa se realiza en la configuración e imitación de las virtudes de la Virgen María que se adquiere con la imposición del escapulario
Ésta celebración es una oportunidad para renovar nuestro amor a la Señora del Carmelo y un compromiso de imitación de sus virtudes para ser obedientes a la vocación a la santidad con la que fuimos sellados en nuestro bautismo.
Que Nuestra Señora del Carmen nos permita llegar al cielo para cantar eternamente las alabanzas a su Hijo Jesús.
Un hermano carmelita contemplativo
Comments