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Ser cristiano es...

Una vez, rezando el rosario en la capilla del monasterio donde yo vivo, vino a martillar en mi mente, cada vez que pronunciaba el Ave María, la frase: “el Señor está contigo.” Esta frase, al igual que la primera parte del Ave María, sabemos que fue pronunciada por el ángel Gabriel para María. O sea que esta calificación sobre aquella muchacha virgen de “el señor está contigo” era muy cierta, ya que provenía del mismo cielo y ha sido verbalizada por el Ángel enviado por Dios. Nos especifica, por tanto, cómo se refiere el Mismo Dios a María.


Desde que era pequeño y rezaba el rosario, me era muy difícil entender el significado de “el Señor está contigo.” Inclusive, con algunas personas lo rezaba diciendo “el Señor es contigo”. Y pues esta forma me daba más complicaciones para ser entendido. Pero si nos vamos más a fondo, esta frase describe perfectamente quién era María. ¿Pues en quién más sino en ella es en quien el Señor está? El Señor es en ella, o mejor, es en ella en quien el Señor se ha hecho. Esta frase, pienso, tiene fuerza y fuego, pues fue dicha en el mismo momento en que Dios se hacía carne en María.



Me han pedido escribir sobre qué es ser un cristiano y sé que hasta ahora no he hablado de lo que debo. Pero, meditando hace unos días, pensé: pues quien más puede mostrarnos quién es un cristiano de verdad sino María, la escogida de Dios para traer al mismo Cristo al mundo. ¡Ella es la primera cristiana! María nos da a entender cómo se es un verdadero cristiano. Ella misma lo encarnó, lo tuvo en su propia carne, alma y corazón; María es el prototipo de un verdadero cristiano.


Ahora bien, explicar sin María qué es ser cristiano, para mí es algo confuso. Veo que Cristo Jesús no se encarnó para salvar a los marcianos. Pues se hubiese hecho carne de marciano. Tampoco quiso quedarse en el cielo para redimir a los ángeles. Sino que Él vino a nuestro propio planeta tierra, con toda nuestra realidad terrena. Eso me dice que es a mi propia realidad a la que Él viene. Realidad que contiene mi pecado, mis debilidades y limitaciones. Jesús pues, quiso hacerse hombre pare que nosotros seamos como Él. El asumió nuestra propia debilidad y la santificó con su gracia. Por tanto, podríamos decir que un cristiano es aquel que es asumido por Cristo y a su vez embellecido por Cristo. No digo que Él viene para que seamos modelos o para que las mujeres embellecidas por cristo puedan asistir al reinado nacional de la belleza. Sino que hemos sido revestidos de Cristo cuando fuimos bautizados. A los hombres los ha vestido con traje de gala y a las mujeres las ha envuelto en un manto de triunfo, como un novio que se pone la corona o a una novia que se adorna con sus joyas. Así un cristiano es, porque se sabe transformado por quien es su origen y salvador, Aquel que es el más bello de todos los hombres, en quien en sus labios se derrama la gracia.


Me impresiona mucho, por ejemplo, cómo fue transformado el rostro de Santa Teresita en el momento de su sepultura o cómo los ojos de santa Isabel brillaban y miraban hacia el cielo antes de morir. Cómo sus rostros transmitían esa verdad que esperamos después de la muerte. Verdad en la que cada cristiano, por serlo, puede anticiparla viviendo desde su interior, su cielo anticipado. Por eso, un cristiano es aquel quien está resuelto a vivir de las virtudes que nos ha dado Cristo, como ejemplo, para ser resplandecidos por él y ser su irradiación para los demás, es decir, vivir al estilo de la virgen de Nazareth.


Por un hermano contemplativo del Carmelo

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