En primer lugar quiero resaltar la importancia de que cualquier persona cultive una vida interior. Esto porque Dios te creó para vivir en una continua comunión con Él a través de todo lo que realizas cotidianamente y de todo lo que Él ha creado para ti. Es cuestión de centrarse en lo esencial, que es Dios, pero, también en el cuidado de ti mismo, en la belleza, en los dones, en tus cualidades, en todo lo que Dios te ha dado para que coseches frutos para la Vida Eterna y puedas vivir en plenitud aquí, en la tierra.
Te invito a que examines: ¿qué hay en tu corazón?, ¿de qué lo estas alimentando cotidianamente? Lo contrario a una vida interior es una vida exterior, la cual se sustenta de diferentes maneras, con la alimentación, el deporte, la música, lecturas, etc; la vida interior también es alimento cotidiano, pero, es alimento para tu alma y tu corazón, para ti mismo. Jesús en su Palabra nos enseña que: “De la abundancia de tu corazón hablarán tus labios” (Lc 6, 45) y de acuerdo a lo que hay en él será tu manera de vivir, obrar y relacionarte con los demás.
Como dice santa Teresa de Jesús en una metáfora: tu corazón, tu alma es un jardín florecido de todas las virtudes que Dios ha infundido dentro de ti, ¿cómo las estas cuidando?, ¿eres consciente de ellas?, ¿estas regando el Jardín que llevas dentro?, ¿de qué manera? ¿qué crees que necesitas cortar en tu vida que te está impidiendo vivir en y para Dios? Es importante primero, ser consciente de esto en tu alma y segundo ¿cómo y de qué manera vas a alimentarte saludablemente? Para así vivirlo y cultivarlo en tu vida; todo bien y toda virtud se va creando por medio de los “hábitos de vida”, de ahí que la vida interior sea natural y sencilla, porque es la unión real, natural, personal y constante con Dios, fundamentada en la vida de gracia y con muchos medios que están a tu alcance, entre ellos se encuentran:
· Buscar momentos de soledad para estar en diálogo con Dios.
· Vida sacramental especialmente la Eucaristía.
· Vida al pie del sagrario.
· Lectura espiritual.
· Lectura de las Sagrada Escrituras (lectio Divina).
· Acto de la Presencia de Dios, por medio de una Jaculatoria (ser consciente de que Dios te habita y está en todo momento contigo).
· El silencio y la soledad.
· Un amor filial por San José y la Virgen María (maestros de Vida interior).
· Ofrecer cada acción que hagas a Dios por amor, por la salvación de las almas, por cualquier intención que tengas.
Es necesario tener presente y ser cuidadosos para no caer en la vida interior como un aislamiento, un egocentrismo, un ensimismamiento, un huir de la realidad o de las personas que me rodean, ¡no! Es todo lo contrario, al encontrarme con Dios fuente del amor, conmigo mismo, realmente podré ser y vivir el mandamiento del Amor, que es amar a los demás como Dios me ha amado y me ama. Esta es la esencia de la vida interior, te alimentas de Dios y de esa misma manera empiezas a cosechar tus frutos con todo aquel que te rodea; no consiste en predicar con palabras sino en predicar con obras.
Un hermano contemplativo del Carmelo
Dios los siga bendiciendo en todo lo que hacen. Todos sus escritos me llenan de mucha paz, amor y sabiduría. Gracias. Paz y Bien